Las organizaciones han tomado conciencia de la volatilidad e incertidumbre del mundo actual, y eso las lleva a transformarse casi de manera continua. No es una cuestión de realizar una transformación cultural y digital y después sentarse a descansar y a contemplar sus éxitos. Hay que tener en cuenta que un cambio profundo de cultura, para que sea realmente exitoso, suele requerir una media de 5 años de trabajo duro y persistente en una compañía. Por eso, es tentador para los altos directivos creer que la empresa ya ha hecho lo necesario para sobrevivir en la jungla empresarial y competir con éxito.

Sin embargo, el mundo no deja de avanzar, de cambiar, de revolucionarse. Hay múltiples disrupciones de diversa índole: disrupciones económicas, políticas, sociales y tecnológicas constantes. Así que es imprescindible asumir el cambio como lo único permanente, y cuando haya terminado un ciclo de transformación cultural, iniciar uno nuevo de otros 5 años ya que el mundo será totalmente diferente al mundo en el que se inició el anterior cambio de cultura en la empresa. Es un camino interminable.

La buena noticia que llevo percibiendo desde hace varios años es que las organizaciones públicas se están dando cuenta de que también ellas deben transformarse si quieren cumplir su propósito de dar el mejor servicio público a sus ciudadanos, que al fin y al cabo pagan con su dinero a través de los impuestos. En Execoach estamos viviendo este proceso en primera persona, ya que en los últimos 5 años hemos trabajado y seguimos trabajando para organizaciones públicas importantes que quieren modernizarse, profesionalizarse y transformar su cultura para cumplir con excelencia su propósito.

El cambio cultural de estas empresas públicas (Comunidades Autónomas, hospitales, Ministerios, Ayuntamientos, etc.) que deben servir al ciudadano no sólo está siendo de tipo tecnológico, que por supuesto es esencial, sino un cambio en el estilo de liderazgo de los managers basado en el coaching y en el desarrollo del potencial, en una gestión más centrada en el bienestar y el talento de las personas, en una mayor horizontalidad y agilidad a la hora de gestionar los proyectos y procesos, y un mayor foco en la satisfacción de su cliente (el ciudadano) a la hora de ofrecer sus servicios.

Por supuesto, queda muchísimo camino por recorrer, ya que la mayoría de las organizaciones estatales continúan con su ceguera histórica, priorizando los intereses políticos, gestionando con la burocracia más desesperante, permitiendo en ocasiones que algunos empleados públicos hagan un trabajo mediocre y de bajo rendimiento sin tomar ninguna medida por el hecho de ser funcionarios de oposición. En estas instituciones reina aún la cultura jerárquica, la desmotivación está extendida entre todos los empleados, en muchas ocasiones el estrés es altísimo, y existe un desperdicio de talento enorme. Pero todo esto debe cambiar, y va a cambiar. La tendencia marcada por las organizaciones públicas más punteras que han iniciado una transformación cultural y la necesidad imperiosa de servir a la sociedad que las financia no deja otro camino.

En muchos casos, es la contratación de personas que provienen de empresas privadas lo que está disparando este cambio. Estas personas se encuentran con organizaciones del siglo pasado y tienen la valentía y la energía de cambiar las cosas. Aunque ellos solos no pueden hacer todo el trabajo. Es fundamental que se apoyen en expertos y en empresas consultoras con experiencia en transformación cultural para generar el cambio, introduciendo procedimientos ágiles de gestión de proyectos, sistemas y metodologías que hagan aflorar la innovación, tecnologías para automatizar y optimizar sus servicios, y un estilo de liderazgo empoderador y humanista que cubra las necesidades actuales de las personas en esta nueva era.

Las organizaciones necesitan reinventarse, parafraseando el mítico libro «Reinventar las organizaciones» de Frederic Laloux, para convertirse en empresas que estén a la altura del nuevo estadio del desarrollo humano. Las organizaciones públicas tienen una enorme importancia en la sociedad y no pueden permitirse más tiempo estar mirando hacia otro lado. Deben asumir su responsabilidad esencial en el tejido social e iniciar su cambio cultural y modernización para incrementar su eficiencia y ofrecer un servicio público extraordinario, y con ello contribuir a una sociedad más justa, igualitaria y humana.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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