Hace una semana tuve el honor de participar en una Mesa Redonda de la prestigiosa revista Capital Humano, con otros colegas del mundo del desarrollo. Debatimos acerca de si España había superado la crisis, si había servido para algo, si habíamos aprendido algo de dicha crisis, y finalmente, cuales podían ser las tendencias del futuro a nivel de liderazgo, aprendizaje y desarrollo del talento.

Uno de los aspectos más relevantes que surgieron en el debate fue el rechazo unánime de todos los participantes, incluyéndome a mí, del concepto de visionario en las empresas. Rápidamente, cuando hablamos de visionario, nos viene a la mente personajes como Steve Jobs o Mark Zuckerberg. Son genios que han llevado a sus empresas a cotas elevadísimas, a veces con conductas poco respetuosas o incluso prepotentes y autoritarias.

En España hemos tenido ejemplos de visionarios en política que nos han metido en el agujero negro de la profunda crisis que hemos sufrido. Y siguen apareciendo nuevos iluminados. Sin embargo, lo que las personas y la sociedad demandan ya no son esta clase de iluminados que lo saben todo pero que les falta humildad y otras competencias fundamentales.

Las empresas necesitan rumbo, visión, pero más que nunca esa visión debe ser construida por los miembros de la organización, no por un visionario genial que decida el rumbo y luego «venda» esa visión al resto de la empresa. Cuando las personas contribuyen a construir la visión, están más comprometidas con dicha visión y con la empresa en general. Precisamente el compromiso es otro de los aspectos clave que se comentó en la Mesa Redonda. Cada vez es más difícil que las personas se comprometan a fondo con un proyecto. Porque las personas quieren recibir, cada vez más, un valor por su tiempo y energía, quieren formar parte de un proyecto valioso, pero sobre todo un proyecto en el que aporten y puedan participar y opinar activamente.

Esta idea de la visión compartida y del compromiso firme y proactivo de los miembros de una empresa nos lleva al concepto del liderazgo expandido, del liderazgo compartido o colaborativo, del liderazgo en todos los niveles de la organización, que es absolutamente esencial para el éxito de una empresa en el siglo XXI.

Ya en este blog hemos comentado el famoso libro «Empresas que sobresalen» de Jim Collins, que demuestra a través de una profunda investigación durante 20 años cómo las empresas que alcanzan resultados extraordinarios sostenibles durante un periodo mínimo de 15 años son las que han sido dirigidas por un líder humilde y con mucha disciplina y perseverancia, que busca la participación y la opinión de sus colaboradores, que trata de buscar una visión compartida. Un rol muy lejos del clásico visionario iluminado que cuando abandona la organización no suele dejarla preparada para mantener el crecimiento que ha logrado durante su mandato, con lo que su liderazgo no es realmente eficaz ni sostenible.

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Javier Carril
Socio Director