Quién no está familiarizado a estas alturas o es usuario habitual de plataformas digitales como Glovo, Uber, Amazon, AirBnb, TaskRabbit, DogBuddy, etc. La reciente crisis por la pandemia nos ha puesto en contacto con ellas más que nunca, experimentando en poco tiempo un aumento exponencial de productos suministrados y servicios cubiertos a través de apps. Es un hecho que este modelo de negocio disruptivo, basado en la tecnología, tiene cada vez más seguidores y juega un papel importante en la actualidad.

Si te manejas como pez en el agua en este entorno desde alguno de sus segmentos (cliente, colaborador o reclutador) y tus intervenciones van in crescendo, la noticia es que estás promoviendo y formando parte de la Gig Economy, conocida también como economía de los pequeños encargos, economía bajo demanda o economía colaborativa.

Qué es la economía gig

 El término gig se podría traducir como “bolo” y proviene de la jerga musical donde los artistas la utilizan para referirse a una actuación esporádica.  Aplicado al mundo empresarial, se refiere a trabajos eventuales de corta duración, desempeñados por freelances para una labor específica dentro de un proyecto.

Origen de la economía gig

La economía gig nace y se desarrolla en Estados Unidos a partir de la crisis financiera de las hipotecas subprime de 2007. La falta de liquidez puso en marcha una búsqueda de nuevas fuentes de retribución, que beneficiasen tanto a personas carentes de trabajo fijo como a quienes necesitaban ingresos extras. Así surgieron emprendedores que comenzaron a transformar el mercado laboral a través de startups de gran impacto en sectores como el de la movilidad, el hospedaje o el propio empleo. Una de las pioneras fue TaskRabbit, creando un servicio accesible vía internet y smartphone que combina la mano de obra independiente con la demanda local.

Un estudio de la consultora McKinsey muestra que un 27% de los trabajadores en Estados Unidos y Europa forma parte de esta corriente.

Influencia gig en España y las organizaciones

La Comisión Europea en su estudio de 2017, situaba a España como el segundo país con más trabajadores en plataformas digitales, precedido por Reino Unido. El estudio señalaba que un 11,6% de los adultos españoles había prestado servicios puntuales de apps y un 9,4% trabajaba para estas plataformas de manera frecuente.

En España coexisten varios tipos de organizaciones, las tradicionales (seguridad para el empleado, pero transformación cultural lenta), las visionarias (transformación cultural rápida y colaboraciones mixtas -internas/externas-) y las startups tecnológicas (metodología Agile + gig economy workers). Gran número de las empresas visionarias ya están combinando los gig economy workers con los asalariados estables. La diferencia: dependencia/independencia, ambos prescindibles o imprescindibles dependiendo del objetivo.  Lo llamativo es que la gig economy ofrece oportunidades de pluriactividad para los trabajadores y reducción de gastos fijos para las empresas.

La economía gig no modifica el concepto de trabajo, sino que lo transforma en un intercambio flexible, colaborativo y deslocalizado, introduciendo heterogeneidad en cuanto a la cualificación de los profesionales, encontrando desde repartidores, fontaneros…, hasta consultores, programadores, abogados… No obstante, como no llueve a gusto de todos, este sistema laboral recibe críticas de todos los estilos. Veamos algunas de las ventajas e inconvenientes de la gig economy.

Ventajas

  1. Conciliación vida laboral-familiar, el profesional decide cuánto y cómo quiere trabajar.
  2. Fomenta la innovación por el alcance de sectores y servicios.
  3. Mejora la gestión del talento, gracias a la deslocalización se pueden encontrar profesionales en todo el mundo.
  4. Reduce los costes de contratación al reclutar a profesionales independientes.
  5. Fuente de ingresos fijos y extras para el trabajador.
  6. Aumento de la motivación laboral. Brinda la oportunidad de dar un giro completo a la actividad profesional para dedicarse a lo que a uno realmente le apasiona siendo el propio jefe.

Inconvenientes

  1. Menor estabilidad. Al no existir recurrencia de encargos, los ingresos fluctúan.
  2. Elimina los vínculos laborales, pudiendo presentar dificultades a la hora de incorporar cambios en la dinámica de las tareas, ya que el profesional no llega a conocer la cultura de la empresa.
  3. Autonomía condicionada. No todas las empresas gig permiten que sus colaboradores gocen de independencia y organizan su trabajo y horarios a conveniencia de los clientes.
  4. Reducción de tiempo libre. Si el objetivo del profesional es conseguir una cantidad elevada de ingresos, posiblemente tendrá que renunciar a vacaciones para lograr un número prominente de encargos.
  5. Descenso de oportunidades conservadoras. La tendencia apunta a la desaparición de trabajos estables, convirtiendo el mercado laboral en un entorno inseguro y competitivo.

Nos encontramos en un período de transición en el que lo más inteligente es adaptarse. La sensación es de caída al vacío y total incertidumbre, sin embargo, es cuestión de tiempo que logremos adecuarnos a una nueva realidad.

 

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Carmen Celemín
Coach Ejecutiva & Coordinadora de Proyectos
Instagram@carmencelemincoach