El gran Timothy Gallwey, uno de los creadores de la metodología del coaching, estableció una fórmula para determinar el rendimiento de las personas en las organizaciones. Se trata de la siguiente:

RENDIMIENTO = POTENCIAL – INTERFERENCIAS

Es decir, el rendimiento se basa en el potencial de una persona menos todo lo que interfiere en que dicho potencial se despliegue. El potencial es todo aquello de lo que somos capaces las personas pero que aún no hemos logrado descubrir, explotar ni demostrar. De hecho, la mayoría de las veces desconocemos nuestro auténtico potencial, que es enorme, y solemos minusvalorarnos y desaprovechar toda la sabiduría, fortalezas y grandeza que se haya en nuestro interior, esperando a ser despertado y desplegado. Pero según Gallwey, la clave en gran parte es focalizarnos en eliminar las interferencias que nos impiden conectar con nuestro potencial. La pregunta inmediata que nos surge es: ¿Cuales son esas interferencias?

Una interferencia fundamental son las creencias e ideas preconcebidas limitantes. La mayoría de las personas tiene creencias y convicciones limitantes sobre sí mismo, que provienen de la educación que hemos recibido, las etiquetas que nos pusieron nuestros padres, profesores y personas referentes de nuestra infancia y adolescencia, las experiencias que hemos tenido, y las decisiones que hemos tomado. Todos tenemos una programación mental inconsciente que está influyendo decisivamente en nuestro potencial. Si no somos conscientes de esta programación y cómo nos afecta, seguirá dictando nuestras conductas y decisiones sin ni siquiera darnos cuenta.

Cuando digo creencias limitantes, me refiero a que nos creemos menos de lo que somos, a que creemos que somos incapaces de lograr determinados objetivos o habilidades, y el problema es que estamos totalmente convencidos porque tenemos vivencias, experiencias y ejemplos con los que apoyar dichas ideas preconcebidas. La clave es que estamos mirando sólo hacia una dirección, y todo lo demás que contradice dichas creencias queda oscurecido, aunque también exista. En definitiva, nos contamos historias sobre quiénes somos y qué somos capaces de lograr, y normalmente dichas historias desmerecen y están muy lejos respecto a lo que realmente podríamos ser y conseguir.

Pero existen otras interferencias que nos impiden conectar con nuestro potencial. Por ejemplo, la falta de conciencia sobre nuestras conductas, decisiones, emociones o pensamientos. Es lo que se denomina funcionar en piloto automático. Cuando funcionamos en automático nos convertimos en robots que repetimos todo lo que nos ha funcionado en el pasado aunque ya esté obsoleto, seguramente porque nos sentimos cómodos y seguros. Otro ejemplo de interferencia son las actitudes victimistas como la queja constante, el echar balones fuera, culpar a los demás de nuestros problemas o poner excusas para no  comprometernos a cambiar algo de nosotros.

El coaching se centra precisamente en identificar las interferencias de las personas para hacerles tomar conciencia de ellas, a través de preguntas poderosas y otras herramientas, con el fin de eliminarlas para que de esa manera emerja el potencial. Evidentemente, el coach basa este trabajo en una total convicción de que el potencial existe, de que está dentro de la persona, y por tanto las respuestas deben emerger de la persona y no del coach.

En las organizaciones todo directivo, jefe o responsable de equipo debería formarse sólidamente en coaching para transformar su forma de liderar a las personas de sus equipos, y desde luego pasar él o ella misma por un proceso de coaching individual, para vivir directamente la experiencia de desplegar su propio potencial como profesional y como líder, a través de la eliminación de todo lo que interfiere en su liderazgo. De esta forma, no existiría el desperdicio indecente y enorme del talento de las personas en las empresas, que incide gravemente en la motivación de los profesionales y en el rendimiento global de la organización.

¿Qué sucedería si capacitáramos a todos los managers y responsables de equipos de las empresas como Líderes-Coach, para que supieran cómo eliminar las interferencias y hacer que el potencial de sus colaboradores se desplegara?

El primer efecto, sin duda, sería un aumento de la autonomía y del empoderamiento de los equipos. En poco tiempo, habría un incremento de la creatividad y la innovación como consecuencia de utilizar la inteligencia colectiva, la motivación aumentaría en toda la organización y como consecuencia el bienestar, y en general mejoraría drásticamente el clima laboral, menos estresante, menos basado en el miedo y más basado en la confianza inspiradora (como lo llamó Timothy Gallwey). Los profesionales aumentarían su resiliencia, y desde luego su compromiso con la empresa. La metodología clave para que toda esta cadena de efectos se produzca se llama coaching. Precisamente porque se centra en desarrollar el enorme potencial que toda persona tiene en su interior eliminando todo lo que interfiere u obstaculiza en dicho potencial.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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