La Industria 4.0 es un concepto nuevo aún en vía de desarrollo, que sin duda marcará importantes cambios en la sociedad los próximos años. Igual que en el siglo XVIII vino marcado por el desarrollo de la máquina de vapor, el siglo XIX por la electricidad y el siglo XX por la automatización, en el siglo XXI estamos viviendo la llamada Cuarta revolución Industrial cuyo núcleo es el desarrollo de la fábrica inteligente.

Son muchos los beneficios que se obtienen en la Industria 4.0; la digitalización de los procesos de negocio en tiempo real, una mayor transparencia entre las empresas -factor clave para que la tecnología de un salto-, mayor conectividad entre distintas máquinas incluso de distintos proveedores, mayor flexibilidad en programación y en los procesos industriales, permitiéndonos reducir los errores, las automatización de pequeños y grandes negocios, que permita llegar a costas de productividad que contrarresten la producción en países low cost, y sobre todo fabricar productos en función de los requerimientos del consumidor y no basados en producción en masa por economías de escala, se producirá lo que se consume.

La historia nos dice que todos las revoluciones industriales han tenido ventajas, y vemos que por supuesto también ésta, que estamos viviendo en el s. XXI, pero tendrá alguna desventaja que debamos prever para hacer bien su proceso de implantación. Se me plantea una cuestión: Si en las industrias cada vez hay más presencia de “inteligencia artificial”, y la presencia humana se hace cada vez más prescindible: ¿Dónde quedarán las personas? ¿Conseguirán los robots desplazar a los humanos de las fábricas?

Paralelo a este proceso de crear “inteligencia artificial” para ponerla al servicio del hombre, están los avances que cada vez más rápido se están haciendo en el campo de la neurociencia y que nos permiten conocer de manera precisa la biología cerebral. Y la respuesta que la neurociencia da a esta cuestión es que los robots pueden ganar a los humanos en muchas cosas, pero que quedan espacios en los que los humanos tienen ventaja. La neurociencia no cree que los robots puedan desplazar a las personas porque no se pueden construir robots con inteligencia emocional. Clave para decidir, influir, negociar, liderar y en definitiva alcanzar objetivos y metas de la manera más efectiva.

Los robots siempre estarán al servicio del hombre, para que éste pueda trabajar en mejores condiciones y pueda elegir esos puestos en los que aportar más valor al negocio; serán los trabajos rutinarios y los de mayor acción física los que queden relegados a los robots.

Por tanto podemos concluir que la Industria 4.0 se acerca a las plantas de fabricación para convertirlas en fábricas inteligentes en las que personas y robots trabajen juntos en un mismo espacio, sin vallas entre máquinas y hombres, pero siendo ambos imprescindibles e insustituibles.

 

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Rosa Cañamero

Socia directora Execoach