Después de más de dos décadas trabajando con organizaciones, acompañando a sus líderes a mejorar su poder de influencia, a Comités de Dirección a definir su visión y a tomar complicadas decisiones estratégicas y a los equipos a desarrollarse para alcanzar su máximo desempeño, he podido observar la importancia, a todos los niveles de la organización, de la resiliencia y la adaptación ante los cambios constantes que se han ido produciendo de manera acelerada fuera y también dentro de las empresas; y también como el estilo de liderazgo se ha convertido en el elemento crucial para el éxito y la adaptabilidad de cualquier organización a estos cambios. Sin embargo, liderar en una cultura de cambio no es tarea fácil y requiere de habilidades específicas y sobre todo, desde mi punto de vista, de una mentalidad flexible en la que apoyarse para adaptar la visión de la empresa a los nuevos paradigmas y también para guiar y acompañar a los equipos, muchas veces desde la incertidumbre, de una manera efectiva. En este sentido, la energía femenina emerge como un componente esencial para liderar con eficacia en una cultura de cambio.

La energía femenina que, por supuesto no está limitada por el género – ya que desde ella pueden liderar tanto hombres como mujeres-, se caracteriza por cualidades como la empatía (definida como la capacidad de comprender y conectar emocionalmente con los miembros del equipo), la intuición (definida como capacidad para leer entre líneas y percibir tendencias emergentes que pueden ser invaluables en un entorno empresarial que cambia rápidamente), la colaboración (definida como la capacidad para favorecer un entorno participativo, donde se ponga en valor la diversidad de ideas y perspectivas) la flexibilidad (definida como la capacidad para adaptarse y ajustar el enfoque según evolucionen las circunstancias y no aferrarse a las estructuras y procesos establecidos) y la gestión emocional (definida como la capacidad de ser consciente de la emoción que estás sintiendo y de valerte de ella para dar la respuesta más adecuada).

Estas características, la empatía, la intuición, la flexibilidad y la gestión emocional, que tradicionalmente se han asociado con lo femenino, son fundamentales para liderar y afrontar los tres principales desafíos a los que, desde mi punto de vista, se enfrentan las organizaciones actualmente para liderar esta cultura de cambio.

 

  1. Trabajar en Remoto

Uno de los mayores cambios experimentados en el ámbito laboral ha sido la transición al trabajo remoto. La pandemia de COVID-19 aceleró esta tendencia, obligando a muchas organizaciones a adoptar modelos de trabajo flexibles de forma repentina. Los líderes se enfrentan al desafío de cómo dirigir equipos dispersos geográficamente, manteniendo la cohesión y la eficacia

En este contexto, la energía femenina desempeña un papel crucial apoyándose en las cualidades de la empatía y la colaboración en entornos virtuales. Los líderes que lideran desde la energía femenina están más inclinados a comprender las necesidades individuales de sus colaboradores y a fomentar un sentido de pertenencia al equipo, aunque este se encuentre en remoto. Además, la flexibilidad y la adaptabilidad inherentes a la energía femenina facilitan la transición hacia el trabajo remoto, permitiendo a los líderes ajustarse rápidamente a las nuevas circunstancias y encontrar soluciones innovadoras para los desafíos que surgen en una cultura de cambio.

  1. Liderar a las nuevas Generaciones

La entrada de una nueva generación en el mercado laboral ha traído consigo un cambio en los valores, las necesidades y las expectativas de los trabajadores. Los millennials y la Generación Z valoran el desarrollo profesional, el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y buscan entornos de trabajo inclusivos y colaborativos. Este cambio de paradigma desafía las estructuras tradicionales de liderazgo basadas en la jerarquía y la autoridad.

Aquí es donde la energía femenina marca la diferencia, al adoptar un enfoque más horizontal y participativo. Los líderes que lideran desde la empatía y la flexibilidad de esta energía, están dispuestos a escuchar y valorar las ideas y perspectivas de todos los miembros del equipo, independientemente de su posición jerárquica. También la energía femenina permite a los líderes adaptarse a las necesidades cambiantes de esta nueva generación de trabajadores, creando entornos de trabajo que fomentan el crecimiento profesional y personal.

  1. Navegar por las aguas de una economía Inestable

Observamos como en la economía a nivel global cada vez existe más inestabilidad y volatilidad. Y en este escenario los líderes de las organizaciones se enfrentan cada día a la presión de tomar decisiones estratégicas en un entorno marcado por esta incertidumbre económica y política. En estos tiempos, la intuición, la gestión emocional para mantener la calma y la colaboración son fundamentales a la hora de tomar buenas decisiones para el éxito de una organización. Una vez más, la energía femenina está jugando un papel crucial en la cultura de cambio. Los líderes que lideran desde esta energía confían en su instinto para anticipar tendencias y tomar decisiones audaces en momentos de incertidumbre. Además, fomentan un enfoque colaborativo donde se aprovechan las diversas perspectivas y habilidades dentro del equipo para encontrar soluciones innovadoras a los desafíos económicos.

A medida que cada vez hay más mujeres y hombres que deciden valientemente, en su rol de líder, reconocer y aprovechar las cualidades que tradicionalmente se han adjudicado a la energía femenina, más están influyendo en las personas de sus equipos con independencia de que trabajen en remoto, sean de las nuevas generaciones o tengan que navegar en un entorno en constante evolución, mejores líderes serán y más estarán contribuyendo a enriquecer la resiliencia de sus organizaciones, y a guiar a sus equipos hacia el éxito.

 

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Rosa Cañamero
Coach Ejecutivo MCC & Consultora de Transformación Cultural

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