Recientemente la Escuela de Liderazgo de la Universidad de Yale ha publicado una serie de estudios que han realizado basándose en una sorprendente hipótesis: las personas transmitimos nuestras emociones sobre todo a través de nuestra voz (tono, volumen, ritmo), por lo que en las reuniones virtuales podemos conectar y empatizar mejor con nuestros compañeros de trabajo si mantenemos las cámaras apagadas. Increíble ¿Verdad? Seguramente la mayoría piensa que las cámaras apagadas producen más frialdad y distancia emocional entre los participantes en una reunión. No sólo no es verdad, sino todo lo contrario.

Se realizaron hasta 5 experimentos distintos en los cuales se comparó la comunicación sólo por voz con la comunicación exclusivamente a través de los gestos de la cara (cámara encendida y audio apagado), y con la comunicación multisensorial (con la cámara y el micrófono encendidos), y en todos los experimentos el resultado fue que las personas tenían más precisión empática cuando se comunicaban con los demás exclusivamente a través del tono y volumen de voz (cámara apagada y audio encendido). La precisión empática, por cierto, es la capacidad para adivinar o conectar con la emoción que siente la persona con la que estamos comunicándonos.

Por supuesto, en las reuniones de teletrabajo, si queremos que se cumpla la precisión empática entre los participantes y por tanto, que haya más conexión humana entre ellos, es imprescindible que todos los participantes estén totalmente centrados en la reunión y no aprovechen la cámara apagada para estar haciendo otras cosas sin ser vistos (responder emails, mirar los whatsapps, revisar un informe, etc.). Esto es bastante habitual, lamentablemente, y por tanto requiere de las personas respeto y foco.

Lo cierto es que la publicación de estos estudios con dichos resultados me sorprendió al principio, porque yo soy el primero que pido a todos los participantes que mantengan su cámara encendida cuando imparto un curso on line, para darle un toque más humano al estar todos asistiendo a través de una pantalla. Sin embargo, reflexionando, he recordado que mis primeras sesiones de coaching, hace ya 16 años, fueron por teléfono y cuando las empecé a hacer por Skype sugería a mis clientes que mantuviéramos las cámaras apagadas. Y recuerdo que las sesiones eran realmente profundas y no tenían nada que envidiar a las sesiones cara a cara. De hecho, siempre he defendido que el coaching a distancia (sea con cámara o sin ella) es igualmente efectivo al coaching presencial porque lo he vivido muchas veces.

Por ejemplo, recuerdo con especial cariño la sesión que tuve que realizar en el examen de certificación de la ICF (International Coach Federation), que fue una sesión de media hora por teléfono, en la que sólo escuchaba la voz de la cliente, a la que por cierto no conocía. Sin embargo, nada de esto afectó a la conexión que tuvimos. Ella profundizó muchísimo y llegó a llorar en la sesión al descubrir algo tremendamente valioso para su evolución personal, y que mantenía escondido en su inconsciente. Fue un momento precioso y además…aprobé el examen.

Por otro lado, durante la pandemia he impartido algunos de los cursos más profundos y emocionantes de mi carrera, siempre online, a distancia, aunque esta vez la mayoría tenían la cámara encendida. Lo que trato de decir es que debemos desterrar la falsa creencia tan generalizada de que la formación o el coaching a distancia es frío y menos efectivo. Este año me ha demostrado que a veces incluso el hecho de que cada persona asista a la formación o al coaching desde su casa, mostrando una parte de su intimidad, hace que conecten de manera más profunda.

Desde luego, no estoy defendiendo que todas las reuniones de teletrabajo en las organizaciones se realicen con la cámara apagada, pero quizá se podrían alternar. Los estudios mencionados revelan que las personas nos perdemos y abrumamos con tanta información visual (en una reunión puede hacer fácilmente 7 o 8 cámaras encendidas con el rostro correspondiente de cada asistente, y la cantidad de información que captamos con los ojos es tan grande que nos puede desviar de lo importante) y al final es fácil que no captemos lo que sienten y necesitan los demás. En definitiva, perdemos precisión empática. Además, aunque a veces nuestra expresión facial revele cómo nos sentimos, normalmente somos muy capaces de disimular y fingir con una sonrisa. Sin embargo, nuestro tono, ritmo y volumen de voz es más difícil de modificar, y revela nuestro estado emocional de manera mucho más exacta.

Así que ¿Por qué no experimentar? ¿Por qué no tener algunas reuniones de equipo con la cámara apagada? Especialmente en las que hablemos de temas más emocionales o personales, en las que nos interesemos por cómo se sienten nuestros compañeros. Si confiamos en los 5 estudios realizados por la Escuela de Liderazgo de la Universidad de Yale y sus conclusiones, un líder de equipo tendrá mayor precisión empática y será más capaz de captar cómo está su equipo a nivel emocional. Y en consecuencia, será un líder mucho más efectivo ya que al ser consciente del estado anímico de su equipo, podrá hacer algo para movilizarlos e influenciarlos positivamente.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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