La CNV es una manera de expresarnos sin daño, con cuidado hacia nosotros mismos y hacia las otras personas. Es un proceso que desactiva la violencia interna, para ir desde un lugar auténtico, asertivo y afirmativo a un diálogo para expresarnos con el otro y con nosotros mismos.

Esta manera de expresarnos nos ayuda a recuperar nuestro poder, nos da libertad y nos enseña también a aceptar la frustración de la vida que a veces no es cómo queremos.

La CNV es un guion para transformar la energía de violencia que a veces sentimos en una energía positiva y que estimula que el otro quiera estar cerca de nosotros.

Es una conversación que no se queda en lo superficial, en el mero lenguaje, sino que trabaja con la parte más profunda del ser humano, con quién realmente es. Y para eso tenemos que ser conscientes de nuestros juicios, nuestras exigencias y nuestras interpretaciones en relación con lo que vivimos y nos ha generado ese conflicto.

En general, en la sociedad, identificamos a las personas con lo que vemos de ellas, con lo que conocemos, con como se comportan, con sus ideas, sus logros, con su marco social, profesional o familiar, pero esta visión de las personas es una visión muy limitada del ser humano. El ser humano es mucho más. Por eso el primer paso para poder expresarnos desde el lenguaje de la CNV es visualizar a la persona como un iceberg. Un iceberg que tiene una parte superficial, fuera del agua, que es lo conocido, lo que la persona muestra, y una parte que está sumergida debajo del agua que es ese mundo enorme, inmenso, donde hay un gran poder y que la persona normalmente no muestra.

De ese mundo sumergido, la persona es consciente de una parte mayor o menor dependiendo del trabajo personal que tenga hecho. Yo misma de mi iceberg profundo tengo una parte conocida y otra no. Aspiro a tener consciencia de lo que necesito para gestionar mi día a día y liberarme de patrones que me pesan, pero probablemente nunca llegaré a poder conocerlo todo.

Tanto nosotros como la persona que tenemos delante tenemos un mundo interno infinito. Este es el punto de partida que tenemos que aceptar para trabajar con la CNV.

La CNV no trabaja con lo superficial, no es un modelo de comunicación centrado en la forma, en la manera de reconducir un diálogo. No busca la fórmula: “Entonces si te dice eso, tú dile lo otro” o “Si te dice esto recondúcelo así”. La CNV en algo mucho más profundo, que implica toda la complejidad del ser humano.

Muchas veces lo que nos pasa es que no identificamos la Comunicación Violenta que estamos utilizando y por tanto no la podemos desactivar. Por eso, el primer paso para poder expresarnos de una manera no violenta es Identificar la violencia interior que desata en nosotros determinados comportamientos de otras personas o determinadas situaciones o circunstancias. La CNV no juzga la violencia que podemos sentir, lo que busca es que nos expresemos sin violencia. No busca no sentir todo eso dentro de nosotros sino expresarnos de manera clara, poniendo límites, pero sin atacar.

A veces la exigencia hacia el otro no va tanto en lo que se dice sino en el tono de voz. En una preguntita: “¿Por qué has dicho eso? ¿Cómo llegas a esta hora? Ahí hay un reproche, un juicio, una acusación. Frases que quizás gramaticalmente no tienen una palabra dura, pero que energéticamente sí lo tienen. A veces lo transmitimos con el tono de voz.

La Comunicación No Violenta nos ayuda a saber movernos en ese espacio que a veces es difícil de reconocer porque es tan sutil que puede ser imperceptible para la persona que se está comunicando, aunque no lo sea para la persona que está recibiendo esa comunicación.

Reconocer los elementos que en una conversación, la otra persona puede recibir como un ataque es fundamental para poder mantener una Comunicación No Violenta con ella y  no dañar la relación

Los 7 elementos violentos son los siguientes:

1. Confundir juicios con hechos. Expresarnos con juicios hacia el otro. Creer que nuestros juicios son la realidad, es decir confundir los juicios con los hechos. Juzgar la intención de la otra persona. Reprochar. Acusar.

Lo que busca la CNV es no estar en una relación con juicios hacia la otra persona porque, aunque no se lo diga, si lo pienso energéticamente le estará llegando.

2. La exigencia explícita o implícita. Aparece cuando conjugo el verbo “tener” y “deber” en todas sus variables, por ejemplo: «tienes que…», «deberías de …», «lo lógico es..», «lo razonable es..» También la exigencia hacia uno mismo: «tengo que …», «tendría que haber..» y otras frases derivadas de estas expresiones.

3. Premio y castigo. Desojamos la margarita para ver quién tiene la culpa. Cuando buscamos el culpable en lugar de centrarnos en buscar la solución, estamos expresándonos de manera violenta.

4. Querer demostrar que tenemos la razón. Si nos preguntamos: ¿quién tiene la razón? Por supuesto siempre vamos a pensar que la tenemos nosotros. Y al mismo tiempo estoy diciendo: ”Tú te equivocas”. Queremos demostrar que tenemos la razón cuando siempre se trata de una vivencia que en el fondo es emocional.
A veces nos situamos en el pedestal de tener razón y de que esto pasa porque el otro se está equivocando. Los buenos y los malos. Nos identificamos con la postura que estamos defendiendo y nos tomamos cualquier diferencia de opinión respecto a lo que nosotros pensamos como un ataque personal.

5. Creernos víctimas. Siempre que nos ponemos de víctimas implícitamente le estoy diciendo al otro que es el verdugo. Y eso es un ataque hacia el otro. Esa actitud de: “ yo soy la víctima y tú eres el culpable”, es con la que trabaja la CNV, identificándola como violenta. Es muy fácil expresarse a través de acusaciones y reproches.

6. Responsabilizar  a la otra persona de todo lo que me ocurre. Hacerle sentir responsable a la otra persona de cómo yo me siento es comunicación violenta

7. Las Generalizaciones. Cuando generalizamos y utilizamos expresiones como “Siempre” “Nunca”, etc… nos estamos expresando también de manera violenta hacia el otro.

Si tenemos en cuenta estos siete elementos y nos expresamos desde nuestras necesidades y sentimientos y generamos empatía hacia el otro, conseguiremos poner límites sin dañar a las personas con las que nos comunicamos y las relaciones con ella.

 

¿Te ha interesado este artículo? Síguenos en @Execoach Y apúntate a nuestra Newsletter mensual para recibir artículos prácticos para tu desarrollo profesional.

 

Rosa Cañamero
Coach Ejecutivo & Consultora de Transformación Cultural

Instagram @rosacanamerocoach