En un mundo organizacional donde el estilo de liderazgo es tan crucial para el desarrollo y la retención del talento, la energía femenina emerge como una fuerza transformadora, redefiniendo no solo los roles de género, sino también los paradigmas de liderazgo y la forma en que nos relacionamos entre nosotros. En este contexto, la asertividad se erige como una herramienta fundamental para liderar desde la energía femenina, permitiendo una expresión auténtica y empoderada de uno mismo en todos los aspectos de la vida.

 

La asertividad, vista a través del prisma de la energía femenina, adquiere una profundidad adicional que va más allá de simplemente expresar opiniones o establecer límites. Consiste en la capacidad de comunicarse con seguridad y confianza en uno mismo, sin recurrir a comportamientos pasivos, agresivos o manipuladores. Es la habilidad de afirmar los propios derechos y necesidades de manera respetuosa, al mismo tiempo que se reconoce y se respeta el espacio de los demás. En esencia, la asertividad encauza la energía femenina hacia una manifestación poderosa y equilibrada en todas las esferas de la vida.

A menudo se piensa que la asertividad consiste solo en decir NO, pero su alcance va mucho más allá. Implica la capacidad de expresarse auténticamente, de establecer límites saludables y de abordar los conflictos de manera constructiva. Sin embargo, la falta de comprensión sobre la verdadera naturaleza de la asertividad ha llevado a muchas personas a confundirla con la agresión o a rechazarla por temor a ser percibidas como demasiado dominantes o confrontativas.

En este sentido, es crucial reconocer que la asertividad no implica ser dominante o imponer la propia voluntad sobre los demás. Más bien, se trata de cultivar una comunicación clara, directa y respetuosa, que permita la expresión genuina de uno mismo sin sacrificar la armonía o las relaciones interpersonales. Desde la perspectiva de la energía femenina, esto implica un equilibrio delicado entre la firmeza y la empatía, entre la fuerza y la sensibilidad.

Para muchas personas, el desafío reside en superar los patrones de comportamiento aprendidos que pueden obstaculizar la expresión asertiva. Algunos se aferran a un enfoque pasivo, evitando el conflicto y cediendo ante las demandas de los demás para evitar el malestar o la confrontación. Otros adoptan un enfoque agresivo, utilizando la intimidación o la manipulación para lograr sus objetivos a expensas de los demás. Sin embargo, ninguno de estos extremos refleja la verdadera esencia de la asertividad, que radica en la capacidad de defender los propios derechos y necesidades de manera respetuosa y constructiva.

El camino hacia la asertividad implica un proceso de autoconocimiento y autodescubrimiento, que nos lleva a examinar nuestras creencias, valores y patrones de comportamiento arraigados. Requiere una profunda honestidad consigo mismo y un compromiso con el crecimiento personal y el desarrollo emocional. Desde la energía femenina, este proceso se enriquece con una mayor sensibilidad hacia las propias emociones y las de los demás, así como con una mayor capacidad para establecer conexiones significativas y auténticas.

La asertividad se expresa a través de tres dimensiones clave:

  1. Manejar el entorno: Gestionar de manera adecuada los obstáculos que surgen en el trabajo y en la vida personal, lo que puede incluir aprender a decir no cuando sea necesario, establecer límites saludables y abogar por uno mismo de manera efectiva.
  2. Gestionar tus emociones: Desarrollar una mayor conciencia emocional y aprender a manejar las propias emociones de manera constructiva, evitando reacciones impulsivas o desproporcionadas que puedan interferir con la comunicación efectiva y las relaciones interpersonales.
  3. Relacionarte interpersonalmente: Cultivar relaciones sanas y significativas con los demás, basadas en el respeto mutuo, la empatía y la comunicación abierta y honesta. Esto implica la capacidad de hacer peticiones, expresar desacuerdos y resolver conflictos de manera constructiva, manteniendo siempre el respeto por uno mismo y por los demás.

Una conducta asertiva no solo fortalece la autoestima y la confianza en uno mismo, sino que también promueve relaciones interpersonales saludables y positivas. Al adoptar una postura asertiva, nos capacitamos para defender nuestros derechos y necesidades, expresar nuestros pensamientos y sentimientos de manera auténtica y establecer límites saludables en nuestras relaciones con los demás.

Desde la perspectiva de la energía femenina, la asertividad adquiere un significado aún más profundo, ya que nos permite conectar con nuestra autenticidad y nuestra verdad interior. Nos capacita para liderar desde un lugar de fuerza y ​​sabiduría, guiadas por la intuición y la compasión. Al expresarnos desde la asertividad, no solo hacemos que se oiga nuestra voz, sino que también inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando un mundo donde todas las voces sean escuchadas y valoradas.

En última instancia, la asertividad nos invita a abrazar plenamente nuestra energía femenina, reconociendo su poder y su potencial para crear un cambio positivo en la empresa y en el mundo. Nos anima a liderar con integridad y autenticidad, trascendiendo los límites del género y celebrando la diversidad y la unicidad de cada individuo. En este viaje hacia la asertividad y el empoderamiento personal, encontramos no solo nuestra propia voz, sino también la capacidad de elevar las voces de los demás, creando un espacio donde todos puedan prosperar juntos en equipo.

Si aún no lo has hecho, ¡atrévete a dar el primer paso hacia la plena utilización de esta valiosísima competencia que te impulsará hacia el éxito!

 

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Rosa Cañamero
Coach Ejecutivo MCC & Consultora de Transformación Cultural

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Imagen de Florin Radu en Pixabay