Estamos constantemente rodeados de fuentes de estrés y nuestro cerebro a muchas de ellas las percibe como si fueran amenazas de muerte, por eso, en consecuencia, activa su sistema cerebral de alarma y se defiende.

Esta respuesta de defensa de nuestro organismo, es a lo que llamamos estrés y fue la que permitió que nuestros antepasados consiguieran sobrevivir, bien huyendo o atacando a los leones o a cualquier otro tipo de depredador que se encontraban cuando salían a cazar, y también es la que nos permite a nosotros superar los obstáculos que se nos presentan en el día a día, alcanzar nuestras metas y adaptarnos al entorno y a sus cambios.

El estrés forma parte de nuestras vidas, por eso conocerlo y aprender a gestionarlo nos ayudará a que en lugar de ser un obstáculo, sea un aliado que nos impulse a avanzar hacia nuestros objetivos profesionales y personales.

La respuesta al estrés sin duda no es mala, siempre y cuando se den tres condiciones: se active en la justa medida, en el momento necesario y durante el tiempo adecuado.

En su justa medida, porque nuestro cuerpo fisiológicamente reacciona de la misma manera estemos ante un león que ante un mal jefe. Para enfrentarnos a un león necesitamos preparar a nuestro cuerpo, y para ello nuestro cerebro se encarga de que se movilice la glucosa, las proteínas y las grasas, para que salgan de las células y el hígado y se concentren en los músculos que luchan para que sobrevivamos,  de que se  incremente el ritmo cardiaco, la presión sanguínea y el ritmo respiratorio para transportar los nutrientes y el oxígeno a mayor velocidad a las células de todo nuestro cuerpo y también de que se paralicen los caros proyectos de construcción a largo plazo como la digestión, el crecimiento y la ovulación y en los hombres la secreción de testosterona, además de que se inhiba la inmunidad del organismo, porque en el corto plazo estos procesos no nos van a salvar la vida; pero para enfrentarnos a un jefe, por muy malo que sea, lógicamente está respuesta es exagerada e innecesaria ya que no está en juego nuestra vida y tanto la lucha como la huida, para la que nos está nuestro cerebro preparando, suelen ser respuestas inadecuadas.

En el momento adecuado porque a diferencia de los animales, el ser humano puede activar la respuesta al estrés anticipándose a los posibles desafíos, aunque no esté delante o nunca vaya a estarlo, con el mero hecho de pensar en ellos. Un ejemplo de esto, que quizás te resulte familiar, es estar en la cama a las dos de la mañana, sin poder dormite porque al día siguiente tienes algo muy importante que hacer: una reunión decisiva, un examen, una conferencia…. Y estás pensando en que a menos que te duermas en seguida, tu carrera profesional se ha acabado. Ahora lo que necesitas es descansar, pero tu sistema de alerta está activado y no te lo permite

Y durante el tiempo adecuado porque del mismo modo que un estrés puntual hace que consigamos estar más concentrados, atentos y con más memoria, que se nos agudicen todos los sentidos, como la vista o el oído y que se produzcan nuevas conexiones cerebrales en determinadas partes del cerebro, el estrés crónico, que es el que sufrimos cuando permitimos que nuestro cuerpo esté durante largos períodos de tiempo en estado de alerta, hace que todos estos beneficios desaparezcan y además se perjudique nuestra salud física, mental y emocional.

Si la presión sanguínea se eleva a 180/100 de manera puntual antes de salir a hablar en público, puede ser una respuesta adaptativa, pero si esto sucede también durante un mes antes y un mes después porque estamos pensando en ello estamos expuestos a sufrir un desastre cardiovascular.

El estrés causado por nuestros pensamientos, es al que llamamos el estrés psicológico, que es el estrés sobre el que nosotros realmente vamos a poder tener el control y que supone el 90% del estrés que sentimos en nuestro día a día.

Conseguiremos gestionar este estrés y utilizarlo en nuestro beneficio, cuando consigamos que la parte prefrontal de nuestro cerebro, el neocórtex no sea raptado por el sistema límbico. Para ello, la neurociencia ya ha demostrado los beneficios de las técnicas de la atención plena. Con estas técnicas conseguiremos responder en cada momento a lo que nos ocurre de manera consciente y efectiva y no llevados por la emocionalidad del momento.

Para esos momentos puntuales de estrés, en los que tenemos que enfrentarnos a una situación complicada o estamos anticipándonos a ella, te propongo una rápida y eficaz técnica que he adaptado del Mindfulness.  Es la técnica STOP, en la que cada letra representa uno de los 4 pasos que hay que dar en orden secuencial.

  • El primer paso es la S. Esta letra nos dice que hay que parar y hacer un STOP. Antes de responder al agente estresor, párate y percibe que le está pasando en este momento a tu mente y a tu cuerpo, qué pensamientos estás teniendo, qué emociones y qué sensaciones físicas, y distingue cada elemento de la experiencia.  Quizás puedas darte cuenta de cómo el corazón se te ha acelerado, o que estás teniendo dificultades para respirar, que estás empezando a sudar o que te sientes abrumado por esta situación.
  • La segunda letra es la T, que nos dice que Tomemos una respiración profunda y, una vez que has identificado los elementos del estrés acéptalos, no luches ni te opongas a ellos porque los amplificarás, tampoco seas demasiado dura contigo, es la naturaleza de nuestra mente la que nos hace reaccionar de esa manera para protegernos.
  • La letra O es de Observar que está ocurriendo a un nivel más profundo. Hazte preguntas como ¿Qué necesidad personal puedo estar tratando de cubrir con esta reacción? ¿A qué tengo miedo? ¿Cómo me relaciono yo con la figura de un jefe? Harás descubrimientos del tipo, tengo miedo de hacer el ridículo delante de esta gente, me importa mucho lo que los demás piensen de mi, creo que no tengo recursos, … Considéralos como aprendizajes que te está proporcionando vivir esta experiencia.
  • La letra P nos invita a Proceder. Ahora que has conseguido traer tu mente a ti, a cómo te estás sintiendo en este momento y has conseguido salir de la experiencia observándola desde fuera, sin identificarte con ella, procede dando a esta circunstancia y a este momento la respuesta consciente que tú consideres es la más adecuada.

La técnica STOP, es una técnica sencilla, que solo te llevará entre 2 y 3 minutos realizarla. Si la entrenas de manera regular cada día un par de veces, con independencia de lo que estés viviendo, te permitirá en los momentos en los que te sientas estresado, observar con distancia la experiencia y utilizar la región cerebral inteligente de tu cerebro, en lugar de entrar en la espiral de pánico activada por el sistema límbico, con lo que podrás elegir tu respuesta y no limitarte a reaccionar de manera inconsciente y descontrolada.

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Rosa Cañamero
Coach Ejecutivo & Consultora de Transformación Cultural

Instagram @rosacanamerocoach