La pasada semana hemos comenzado un proyecto de colaboración con la Comunidad de Madrid para apoyar y empoderar, mediante coaching grupal e individual, a un grupo de personas mayores de 45 años que están en situación de desempleo, con el fin de que desarrollen habilidades, autoconfianza y herramientas para potenciar su empleabilidad. El último fin del programa es que consigan de nuevo incorporarse al mercado laboral, ya sea trabajando como empleados por cuenta ajena o bien creando su propio proyecto empresarial.

Es un programa que nos motiva e ilusiona mucho, ya que ayuda a un colectivo de mucho valor que sin embargo ha sido y es maltratado por las organizaciones desde hace años, diría que más de una década. Porque desde hace muchos años todos hemos escuchado de amigos, conocidos o empleados que sus empresas les animan a prejubilarse con cincuenta y pocos años. A mí, personalmente, esto me parece una barbaridad y un desastre, tanto desde el punto de vista de pérdida de talento senior para las organizaciones como desde el punto de vista social y demográfico.

Estamos ante una moda en la que se valora la juventud, la aportación de ideas y las habilidades de las nuevas generaciones, y no se valora lo que aportan las personas senior. Sin duda, y aunque suene a tópico, cada generación nueva que sale al mercado laboral está mejor preparada que la anterior. Es decir, no me cabe la menor duda de que las empresas necesitan el talento junior, que aporta frescura, creatividad, rebeldía ante el status quo y muchos otros elementos de gran valor. Pero eso no significa que tengamos que expulsar de las empresas antes de lo razonable a profesionales con gran experiencia, madurez y capacidad de enseñar muchos valores, conocimientos y habilidades a los jóvenes.

Se habla mucho de la importancia de la diversidad en las empresas. Soy un convencido de que un equipo y una compañía diversa en todos los ámbitos (cultura, creencias religiosas, raza, sexo, orientación de género, edad) es mucho más innovadora y está mejor preparada ante los retos del mercado competitivo que una empresa con carencia de diversidad. Prejubilar (o directamente despedir) al talento senior es desaprovechar una fuente impresionante de capacidades técnicas y de soft skills. Por no hablar del llamado «edadismo» o discriminación por edad. ¿No nos rasgamos las vestiduras cuando hay discriminación por sexo, por orientación de género o por discapacidad? ¿Por qué las empresas están discriminando masivamente a sus profesionales maduros sólo por su edad, y nadie se escandaliza ni lo critica?

Pero es que además, como apuntaba líneas atrás, es un problema social tremendo. Por primera vez en España la pirámide demográfica se ha invertido. Cada vez hay más personas cobrando un subsidio o pensión del Estado y menos personas trabajando y cotizando a la Seguridad Social. Y esta situación está lejos de solucionarse, porque con nuestro nivel de bienestar cada vez vivimos más años, y por otro lado las nuevas generaciones no parecen tener una disposición clara a tener hijos que renueven la sociedad y puedan invertir la pirámide. Así que cada vez habrá más talento senior y menos talento junior, y éste último quizá no cubra las necesidades de las organizaciones.

Ya hay expertos que apuntan, como en este interesante artículo reciente, que la moda de marginar a los profesionales maduros con gran experiencia de las organizaciones (porque es una moda, sin duda) va a cambiar, y que en los próximos 10 años van a empezar a contratar de nuevo al talento senior, volviendo a valorar lo que aportan a la organización. Si esta predicción se cumple, no cabe duda de que los profesionales mayores de 45 años deben estar preparados. Por un lado, deben hacer un reskilling continuo de sus conocimientos y habilidades, y por otro lado, deben mantener una actitud mental positiva ante el futuro.

Por eso, yo animo a cualquier persona por encima de 45 años a que no se rinda, a que siga formándose de forma continua, que trate de reciclarse, de abrir su mente, de invertir en su empleabilidad de forma permanente. Porque tengo claro que le llegará su oportunidad de volver a formar parte de un proyecto empresarial. Y claro, la otra posibilidad es la de emprender su propio proyecto empresarial. ¿Por qué no? ¿Por qué no atreverse a apostar por un proyecto propio que le motive? Esta es otra tendencia que debe cambiar en España. Necesitamos ya dejar de querer tener un trabajo de funcionario que nos aporte seguridad, y querer emprender más. España necesita un Estado menos pesado y voluminoso y un cuerpo empresarial más dinámico y amplio. Y para ello necesitamos emprendedores senior, porque según las estadísticas, la mayoría de los que emprenden tienen más de 45 años, lejos del mito de que los emprendedores de éxito siempre tienen 20 años.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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