A menudo en los talleres de Mindfulness que imparto y en los procesos de coaching que llevo a cabo, mis clientes expresan su frustración por no poder salir de sus patrones habituales de comportamiento, ni rebajar su nivel de estrés y se encuentran con la sensación de que en su vida, a pesar de llevar a cabo pequeños cambios en el día a día, no consiguen hacer frente a un cambio sustancial que suponga un verdadero cambio de paradigma.

Estas dos disciplinas, coaching y mindfulness, se combinan para contribuir a ese cambio que nos proporcione la felicidad y el éxito que todos deseamos en nuestra vida y en nuestro trabajo. Ambas llevan asociados una óptica diferente, que va más allá de una visión racional de los procesos mentales en los que estamos inmersos; ya que profundizan en un estilo de pensamiento más global e intuitivo. Esta forma de abordar la existencia, que poco a poco va calando en nuestra sociedad occidental, procede de Oriente, y ha sido desarrollada durante siglos.

En las últimas décadas, esta mirada desde Occidente hacia Oriente ha impregnando las diversas áreas del conocimiento científico, implicando algunas de las sabidurías del budismo, el taoísmo o el hinduismo procedente de países como Japón, China o India. Estas tradiciones comparten un sólido núcleo de conocimiento intuitivo al que autores como Aldous Huxley llamaron Filosofía Perenne. Los investigadores y científicos han observado que existe una relación entre las descripciones de la realidad que ofrece hoy la ciencia moderna y ese cuerpo de conocimiento anterior conocido como Filosofía Perenne.

Jon Kabat-Zinn aprovechó sus prácticas de meditación zen y sus estudios con diversos maestros budistas para integrar parte de esas enseñanzas en las de la ciencia occidental desvistiéndolas de cualquier connotación religiosa y creando la técnica de Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena (conocida de manera más generalizada como Mindfulness) en la Universidad de Massachusetts (USA). Pero esa pasión por Oriente en algunas mentes de Occidente con visión clara de su futuro se remonta a bastante tiempo atrás.

Henry David Thoreau, uno de los miembros más destacados del movimiento trascendentalista surgido en Estados Unidos en el siglo XIX -junto a Ralph Waldo Emerson-, descubrió la fuerza de los Upanishads, el Bhagavad Gita o el Majabharata, libros sagrados del hinduismo que inspiraron su famoso libro Walden, en el que describe toda una filosofía de vida, igualmente desprovista de connotaciones religiosas, que forma parte del ideario colectivo occidental y que ha sido la base de muchos de los caminos que han desembocado en el coaching como herramienta fundamental en la vida y en el trabajo. Walden fue escrito tras trasladarse Thoreau a vivir en la cabaña que él mismo había construido en Walden Pond, casualmente también en Massachusetts. Y allí le demostró a su generación su famosa frase: “El dinero no es necesario para comprar lo que el alma necesita.”

Algunas de las claves para este nuevo paradigma de vida se resumen en:

  1. Tener objetivos bien definidos a través del coaching: de forma específica, realista y con una fecha para alcanzarlos.  Esto nos ayudará a motivarnos y a mantener la autoridad sobre nosotros mismos para no abandonar el camino trazado.
  2. Establecer hábitos a través de la atención plena. Al repetir el mismo comportamiento una y otra vez conseguiremos convertirlo en un hábito positivo. Al principio puede costarnos mucho trabajo vencer la inercia; pero, a la larga, cuando consigamos hacerlo, saldremos reforzados.
  3. Marcarse pequeños pasos para andar el camino (el método kaizen, que procede de Japón). Lo importante es dar pequeños pasos a medida que caminamos hacia delante: ir andando poco a poco y no con grandes zancadas. Al principio será más costoso; pero a medida que avanzamos será cada vez más fácil.
  4. No compararse con otros sino sólo centrarnos en nuestro propio camino (filosofía Taoista).  Fijarnos demasiado en lo que hacen los demás y desear lo que otros poseen puede apartarnos de nuestro camino, hacernos sentir insatisfechos y conseguir que nos desmotivemos para lograr nuestro objetivo.

La cuestión es averiguar la persona y la organización que siempre hemos deseado ser y tener la clase de vida o futuro que queremos tener para nosotros y para nuestra empresa. El principal escollo con el que nos encontramos a la hora de cambiar cualquier aspecto de nuestra vida somos nosotros mismos. De nada nos sirve saber teóricamente cómo hacerlo si nos falla una óptica diferente para llevarlo a cabo. La sociedad occidental ha evolucionado en muchos aspectos respecto a la oriental; sin embargo, en otros muchos, hemos retrocedido respecto de ellos y tenemos mucho que aprender de su modo de vida. En muchas ocasiones sentimos que hemos perdido el enfoque que tenían ellos de conceptos como el éxito o la felicidad, que nuestra sociedad occidental ha redefinido por completo.

Es reconfortante y esperanzador comprobar cómo esos procesos de transformación personal que se pueden conseguir combinando coaching y mindfulness y que se abordan desde la mente están cada vez más avalados por la neurociencia. La neurociencia aporta respuestas que nos permiten entender de manera racional los procesos de desarrollo personal que de manera intuitiva se han llevado a cabo durante siglos por las tradiciones orientales.

 

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Rosa Cañamero

Socia directora Execoach