En nuestra experiencia de 16 años trabajando con organizaciones en su transformación cultural, venimos observando cómo el foco de los Managers está en el corto plazo y en la urgencia. Esto genera un desgaste enorme de energía en las tareas de poco valor pero que ocupan prácticamente toda la agenda del Manager, impidiéndole dedicar su valioso tiempo y energía a lo verdaderamente importante y estratégico. Este sigue siendo un mal endémico de las organizaciones de hoy.

Pero es que, además de desaprovechar y desperdiciar el talento y la inteligencia de los Managers en beneficio de los objetivos organizacionales, este mal hábito desciende en cascada a las personas del equipo del Manager, incorporando la misma tendencia a estar estresados y focalizados en el cortoplazo, que desemboca en desmotivación, agotamiento emocional y bajada drástica del rendimiento de todos los empleados de la empresa.

Por tanto, ya ha calado tanto esta forma de trabajar que forma parte de la cultura organizacional: todas las personas, desde el CEO hasta el último administrativo de la empresa focalizan su atención, energía y agenda en lo urgente, en las tareas y acciones cortoplacistas, y pierden perspectiva, visión estratégica global y efectividad.

Entonces ¿Cual es la solución? ¿Qué se puede hacer cuando esta forma de trabajar se ha convertido en un automatismo en toda la compañía? La cultura de una organización puede transformarse a través del coaching. Y una de las formas más efectivas es entrenar y capacitar al equipo directivo y a todos los Managers de la organización en lo que se llama liderazgo basado en coaching, para que se conviertan en Manager-Coach.

Existe una enorme diferencia entre un Manager mediocre enfocado en las tareas urgentes, en el corto plazo, en solucionar los fuegos diarios…y un Manager-Coach, focalizado en el desarrollo de las personas, en el largo plazo y en la visión y misión de la empresa. A continuación detallo cuales son las diferencias esenciales.

El Manager mediocre o tradicional lo denomino también un MSP (Manager solucionador de problemas), mientras el Manager-coach es un MDPe (Manager desarrollador de personas). Esto marca una enorme diferencia. El MSP no fomenta que su equipo sea autónomo, ni que resuelva sus propios problemas ni tampoco que piensen por sí mismos porque se lanza de forma entusiasta a solucionar cualquier problema o urgencia que le plantee su equipo. Al final se convierte en lo que se conoce como Papá-Jefe o Mamá-Jefa. Evidentemente lo hace con buenas intenciones, pero las buenas intenciones muchas veces no producen resultados positivos. De hecho, en este caso, el resultado es un equipo inmaduro, sin confianza en sus capacidades, dependiente de su Manager e incapaz de tomar decisiones importantes. Y el Mánager tradicional se convierte en un cuello de botella.

Mientras tanto, el MDPe (Manager desarrollador de personas) o Manager-Coach controla su ego y sus ganas de demostrar lo listo y brillante que es. No se abalanza a solucionar los problemas o fuegos que le plantea su equipo, sino que aprovecha esas circunstancias para generar aprendizaje, responsabilidad, autonomía, pensamiento crítico y acción por parte de sus colaboradores. Se enfoca en el largo plazo en lugar del corto plazo. En definitiva, ejerce un liderazgo que empodera a su equipo en lugar de generar dependencia ¿Cómo lo hace? Mediante las preguntas poderosas del coaching y otras habilidades clave que debe tener bien desarrolladas como por ejemplo la escucha de nivel II y III (escucha cognitiva y escucha empática), además de tener bien instaladas en su cerebro determinadas creencias potenciadoras como por ejemplo la creencia de que «Todas las personas tienen un potencial enorme y las soluciones dentro de sí mismos, y mi responsabilidad es la de ayudarles a conectar con su potencial y sabiduría internos para que encuentren la solución».

Es de sentido común que si a una persona se la educa para pensar por sí misma, para tomar decisiones sin necesitar la aprobación constante de su Manager, y por tanto para resolver los problemas diarios con eficacia y autonomía, se convertirá en un valor enorme para el equipo y para la empresa. Además, al dejar de pedir constante orientación al Manager, éste no será un cuello de botella, y podrá dedicar su energía y tiempo a lo verdaderamente importante. Por descontado, el equipo aumentará su autoconfianza en sus propias capacidades, en su potencial, y su motivación aumentará proporcionalmente.

Las organizaciones deben capacitar a todos sus directivos como Manager-coach, para que sean capaces de despertar y desplegar todo su potencial y el de sus equipos. Un sólido entrenamiento en habilidades de coaching para todos los directivos y jefes de equipo de una organización puede transformar la cultura empresarial de manera profunda, para que el foco esté en el cumplimiento de la visión y misión de la compañía a través de conductas, actitudes y decisiones diarias. En lugar de estar enredados y empantanados en lo urgente, en las tareas de poco valor, desperdiciando de forma penosa una cantidad enorme de talento e inteligencia colectivos, todos los empleados de la organización serán capaces de dedicar su agenda a las acciones que marcan una diferencia, a lo que verdaderamente aporta valor y contribuye a los objetivos estratégicos y de largo plazo de la organización.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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