Uno de las principales razones de la desmotivación de los empleados en las empresas es la falta de delegación. ¿Por qué? Pues porque cuando un jefe no delega en sus colaboradores, está emitiendo un mensaje nítido: no confío en mi equipo. Y esa falta de confianza se transmite y llega con toda contundencia a sus colaboradores, que aumentan su inseguridad, y además se acomodan y no desarrollan su potencial. 

La falta de delegación tiene unos costes altísimos en la innovación y el rendimiento de las organizaciones hoy en día. Pero ¿Cuáles son los obstáculos principales para que los ejecutivos no deleguen efectivamente? Vamos a enumerarlos:

Inseguridad del jefe que cree que le van a quitar el puesto
Falta de organización del jefe, agobiado por lo urgente
Obsesión por el control de los detalles del jefe.
No saber cómo delegar

Como vemos, el responsable siempre es el jefe. En mi opinión, aunque tengamos un colaborador con poca experiencia o conocimientos, debemos empezar el proceso de delegación desde el principio. Obviamente, en los inicios controlaremos mucho más su trabajo, pero debemos comenzar cuanto antes, porque eso va a aumentar la confianza y el rendimiento del colaborador, y vamos a poder delegar tareas que no me corresponden mucho antes.

Hay prejuicios e ideas preconcebidas que machacan la efectividad de un directivo y que le impiden delegar, como por ejemplo que si delego, perderé el control o perderé poder. Muchas veces escucho decir a ejecutivos que tienen que estar informados detalladamente del trabajo de sus colaboradores porque en cualquier momento sus jefes le pueden preguntar y tienen que dar la respuesta inmediata. ¡Gran error! Primero, en su puesto no tienen que saber todos los detalles, porque para eso tienen a un equipo, y es falso que se les exija un nivel tan detallado de información de manera inmediata. Esto son películas que se cuentan los directivos para justificar su falta de delegación y resultados.

Te sugiero que desde este momento, hagas un sencillo ejercicio. Repetirte interiormente la frase: «Si delego, ganaré poder e influencia». Esta frase es una gran verdad, porque cuando un directivo delega, se está quitando de encima tareas que no le corresponden y que le quitan muchísimo tiempo y efectividad. En consecuencia, podrá elevar su mirada y analizar las cosas con mayor visión global y perspectiva, y además comenzará a dedicarse a las tareas importantes que realmente tiene que hacer. Esto va a provocar no sólo que su equipo crezca, y aumente su rendimiento y motivación. Va a suponer que él mismo gane poder e influencia, y aumente las posibilidades de que la dirección se fije en él y decida promocionarle en la organización.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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