Muchas han sido las adaptaciones del modelo de las fases del duelo de la famosa psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, que dedicó prácticamente toda su vida a acompañar a las personas en su última fase de la vida, cuando sabían que iban a morir. De ellos aprendió, paradójicamente, a vivir de verdad. Según lo que la doctora Kübler-Ross observó, las personas que saben que pronto van a morir, una vez que superan las 5 fases, se focalizan en lo realmente importante, y tienen un nivel de claridad que no solemos tener las personas en nuestra vida normal. 

Pero repasemos las 5 fases del proceso de duelo o fases del cambio, que son las fases por las que todos los seres humanos pasamos cuando vivimos un cambio dramático. Actualmente, y después de lo que la crisis del covid-19 ha supuesto para todos los seres humanos, el modelo está más vigente que nunca, y podemos aprovecharlo para entender mejor nuestras reacciones y emociones durante estos meses de confinamiento e incertidumbre. 

  1. Negación. La primera reacción es negar la realidad, negar que algo en nuestra vida ha cambiado radicalmente. También se suele hablar de que es la fase de la conmoción, donde no reaccionamos, estamos como en estado de shock. Normalmente un cambio negativo importante se vive como una pérdida. Perdemos algo muy valioso que teníamos antes del cambio: un trabajo, un matrimonio, un familiar…o también podemos perder la seguridad, la libertad o la estabilidad económica.

    Según Kübler-Ross, la reacción inicial de negar la realidad es muy sana desde un punto de vista psicológico porque nuestro organismo necesita un espacio para poder, posteriormente, enfrentarse de verdad a la experiencia de cambio dramática. Es cuando nos decimos «No me lo puedo creer», «Esto parece una película, no es de verdad». ¿Te suenan estas frases de los últimos meses?

  2. Rabia. La segunda reacción, después de superar la fase de la negación, es la ira o el enfado, como lo quieras llamar. Nos enfadamos con la vida, con otras personas, con Dios. Nos parece totalmente injusto que nos suceda a nosotros. Es cuando nos preguntamos insistentemente «¿Por qué a mí?» o «Es totalmente injusto, no me lo merezco». Elisabeth dice en su maravilloso libro autobiográfico «La rueda de la vida» que es fundamental expresar nuestra rabia, sentirla, permitirla. De lo contrario, quedará estancada en nuestro interior y no será canalizada, lo que nos puede llevar a largo plazo a enfermedades graves de todo tipo.
  3. Negociación. En esta fase regateamos o pretendemos regatear con la vida o con Dios, según la creencia que tengamos cada uno. Por ejemplo, yo mismo me he encontrado varias veces negociando o regateando durante el confinamiento. Recuerdo que la primera semana del estado de alarma solía decirme: «Bueno, esto es muy duro, espero que esto como mucho dure quince días». Cuando avanzaban las semanas y no se había cumplido mi deseo, seguía diciéndome: «Bueno, ya llevamos un mes, me parece que ya ha sido suficiente. Me conformo si esta prórroga del estado de alarma ya es la última». Y una y otra vez, no era la última y tenía que volver a digerirlo. Esto es negociar o regatear. En el fondo es una forma de negar la realidad pero de una manera distinta. Otros ejemplos de negociación de enfermos moribundos son: «Dios, déjame vivir hasta que nazca mi nieto y pueda verle. Entonces podré morir en paz.» O «Por favor, que pueda estar viva para celebrar la boda de mi hija antes de morir.» Es como si negociáramos con el universo o Dios para que el cambio sea menos drástico o cruel.
  4. Tristeza. Todas las fases tienen su sentido y función de autodefensa de la persona ante una noticia horrible e inesperada. Y aunque suelen suceder en este orden, a veces las personas intercambiamos fases, volvemos por momentos a estar conmocionados y a negarlo, luego volvemos a estar enfadados, al día siguiente nos sentimos deprimidos y al siguiente quizá volvemos a intentar regatear. En cualquier caso, la tristeza, una vez que se consolida y dejamos atrás el resto de fases, es un síntoma de que estamos en camino de superar el cambio trágico. Porque esta fase supone que ya no tenemos esperanza de volver a la situación anterior al cambio, es decir que ya estamos empezando a asumir la pérdida terrible. Es una fase dura, de tristeza y depresión, de baja energía. Pero estamos ya cerca de la transformación.
  5. Aceptación. No siempre logramos llegar a esta etapa. Muchas personas necesitan ayuda psicoterapéutica o el apoyo de un coach experto para llegar a una auténtica aceptación. Citando a la doctora, aceptación es muy diferente a resignación. Según ella, resignación es «cuando no se pueden compartir las lágrimas ni expresar la rabia». Por eso es tan importante canalizar las emociones de las fases anteriores, porque eso nos llevará a estar en paz con la experiencia de cambio. Aceptar es un proceso muy proactivo, que requiere desarrollar unas habilidades emocionales realmente difíciles, mientras que la resignación es un proceso pasivo, de rendición, que normalmente va asociado con la emoción del resentimiento, que es altamente tóxica.

Si hemos llegado a la aceptación, yo añadiría una sexta fase, que sería la transformación. Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, se transforma. Así que una vez que hemos llegado a la aceptación de una nueva realidad y hemos por fin dejado de pelear contra ella, una vez que hemos asumido que las cosas no volverán a ser nunca como eran, entonces nos habremos transformado.

Transformarse implica que hemos crecido como personas o como profesionales, que somos un poco más sabios y maduros, y que estamos mejor preparados para la vida que antes del cambio. Así que a pesar de ser muy doloroso, todo cambio horrendo implica, si se gestiona positivamente mediante el paso por las 6 fases, adquirir un nivel más elevado de consciencia, y un nivel más sólido de habilidades emocionales. 

Como la vida es constante cambio e incertidumbre, y después de lo que hemos vivido estos últimos cuatro meses a nadie le cabe la menor duda, es crucial que asumamos que vamos a pasar por estas fases muchas veces el resto de nuestra vida, a causa de los muchos cambios difíciles y situaciones inciertas que vamos a experimentar. Y cuanto más conscientemente transitemos por las diferentes fases del cambio, mucho más aprenderemos y más fortalecidos saldremos ya que habremos alcanzado la sexta fase: la transformación. Como decía Kübler-Ross en «La rueda de la vida»: «La vida es como ir a la escuela. Cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones». Pero eso es vivir: aprender algo y transformarse, aprender algo nuevo y transformarse otra vez, y así hasta el fin de nuestra vida.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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