La filosofía Agile es relativamente joven desde que un grupo de desarrolladores informáticos crearon el Manifesto Agile, y sin embargo hoy muchas grandes empresas quieren ser Agile. Está de moda. Como en todas las tendencias o modas empresariales (coaching, mindfulness y ahora Agile) hay numerosas empresas que se quedan en la superficie y en el postureo en la adopción de una filosofía Agile de trabajo, es decir, presumen de utilizar metodologías ágiles para parecer guays y modernos, y en realidad ponen parches que muchas veces sólo sirven para desprestigiar las prácticas Agile y generar escepticismo e incluso cinismo entre los empleados. «¡Ya está la dirección de la empresa con la nueva moda!» «¡A ver cuanto les dura!»

Sin embargo, Agile puede ser una herramienta profundamente transformadora en una organización si se trabaja en un cambio de mentalidad. Se suele hablar de que la clave es que la empresa «sea» ágil, es decir que la agilidad se convierta en una parte de su identidad empresarial, de sus valores y creencias, de la forma de comportarse y de organizarse de todos sus empleados «cuando su jefe no les está mirando». De esta forma, una vez interiorizada la filosofía Agile, las prácticas, metodologías y herramientas serán realmente efectivas. De lo contrario, se quedará en un mero maquillaje para parecer modernos e innovadores.

«Ser Agile» para una organización significa por tanto adoptar la forma de pensar Agile y no tanto implantar una serie de herramientas o métodos de trabajo nuevos. Así que la agilidad es más un tema de adopción que de implantación. Y como toda transformación cultural en una empresa, requiere normalmente de varios años para que todos los empleados hayan integrado el cambio cultural que supone la agilidad.

Pero ¿Qué es una organización Agile? Porque aquí también hay muchas ideas erróneas que es importante desterrar. Por ejemplo, la palabra ágil parece conducirnos a la creencia de que una empresa ágil es una empresa rápida, que actúa rápido, que saca al mercado antes que sus competidores sus productos o servicios. Y no es exactamente así. Una empresa Agile tiene las 5 características siguientes:

  1. Es una empresa camaleón, es decir tiene una gran capacidad de adaptación a los cambios constantes del mundo volátil e incierto y de su propio mercado. Dicho de otra manera, es una organización tremendamente flexible.
  2. Es una empresa donde se pone a las personas en el centro, es decir se da una importancia auténtica a que los equipos estén motivados y empoderados, tengan la suficiente autonomía y puedan desarrollar lo mejor de sí mismos.
  3. Es una empresa que está centrada sobre todo en aportar valor a sus clientes, y eso significa que su obsesión es entender profundamente las necesidades y preocupaciones de sus clientes con el fin de diseñar un producto o servicio que cubra dichas necesidades.
  4. Es una empresa con una filosofía de mejora continua, es decir que permanentemente se está auto-evaluando, a nivel de equipos, funcionamiento, eficiencia, organización, con el fin de aportar cada vez más valor a sus empleados y a sus clientes.
  5. Es una empresa que experimenta y por tanto es tolerante hacia el error, y de hecho muchas veces lo busca activamente, como un modo de aprender de manera más efectiva y rápida.

Partiendo de estos puntos clave, es verdad que al ser más adaptable a la volatilidad y a la incertidumbre que sus competidores «no ágiles», probablemente se adelante a lo que sus clientes puedan necesitar (y ni siquiera saben que necesitan) y es muy probable que lancen al mercado productos de manera más rápida. Pero la rapidez, por sí misma, no es sinónimo de agilidad. Una empresa rápida puede tener unos procesos de fabricación o de marketing muy rápidos, e incluso moverse continuamente en la gestión por urgencia, pero si no está parando frecuentemente para reflexionar sobre sus procesos o sobre las necesidades de sus clientes o sobre la motivación de sus empleados, entonces no es una empresa ágil.

Al repasar las características de una empresa Agile, está claro que las grandes empresas lo tienen más difícil. Son elefantes que se mueven de manera muy rígida y lenta, se adaptan de forma dificultosa a los cambios del entorno, ponen muy poco foco en las personas y en aportar el máximo valor a sus clientes. Aunque obviamente cualquier organización, por muy grande y antigua que sea, puede conseguir transformarse con la debida disciplina y paciencia, y sobre todo a través de un liderazgo potente. Como siempre tenemos ejemplos en grandes empresas como Facebook, Amazon o Google, aunque en estos casos quizá desde su nacimiento eran nativas ágiles, o sea, que nacieron ágiles y al crecer han continuado siendo ágiles, precisamente porque su ADN era Agile desde el inicio.

Así que las empresas deben preocuparse más de adoptar una mentalidad Agile que de implantar metodologías y herramientas Agile. Esto va de personas y si las personas no han integrado las creencias y valores ágiles, la empresa no es ágil, por mucho que se pavonee de que utiliza metodologías como Scrum, Kanban o Lean Startup.

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Javier Carril
Socio de Execoach
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