Todos tenemos miedo y no es malo tenerlo, porque hay un miedo sano, que es el que nos hace en determinadas ocasiones ser prudentes.  El miedo insano, el tóxico,  es el que nos paraliza por no querer equivocarnos y no nos deja avanzar.  Y este es el miedo que tenemos que reconocer y combatir para evitar que nos frene y nos impida tomar determinadas decisiones.

En el entorno laboral el miedo se ha utilizado siempre, como modo mal llamado método de motivación.  Al comienzo de la empresa, cuando lo que se necesitaba eran personas que no pensaran sino que sólo estuvieran al frente de las cadenas de montaje, esto funcionaba, pero ahora en época de crisis, lo que necesitamos es talento, creatividad e ilusión de la gente; lo que necesitamos son personas que les apetezca venir a trabajar y dar lo mejor de si mismos.  Y con esta filosofía, el miedo como forma de motivación, no tiene cabida.

El objetivo de la empresa está claro que es ganar dinero para poder seguir subsistiendo, pero la clave está en cómo ganamos ese dinero.  La única forma sostenible para que esto ocurra, es crear espacios donde los trabajadores se sientan responsables para dar lo mejor de si mismos.  Y para esto, los empresarios, y los jefes tiene que permitir que sus colaboradores que puedan arriesgar, experimentar y equivocarse.  Si se penaliza el error, no podrá haber innovación, ni creatividad, ni talento.  Por tanto si queremos ser un buen jefe tenemos que aceptar el error de nuestros colaboradores y acompañar a nuestra gente en este proceso.

El miedo se presenta a todos los niveles de la empresa, también los altos directivos, observamos cuando les acompañamos en un proceso de coaching,  que  tienen miedo  a equivocarse y a peder el poder.  La empresa que ha entendido la nueva forma de liderazgo,  escoge a los jefes que realmente son ejemplo y que no se preocupan del poder, de quedar bien hacia arriba, sino de alcanzar los mejores resultados mirando hacia abajo, hacia sus colaboradores.  Estas empresas están teniendo resultados y son los nuevos referentes.

Hay que dejar que la gente a nuestro cargo tenga espacio, que el talento de nuestros colaboradores destaque, porque este talento a veces también da miedo a determinados jefes, sobre todo a los inseguros.

El jefe inteligente es aquel que sabe rodearse de gente mucho más inteligente que él.  Para mi esa es la clave del líder efectivo.  Rodearte de gente brillante y dejar que brille.   No se puede permitir perder ni un ápice de talento.  Hay que saber elegir a los jefes que permita que aflore el talento de su gente.

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Rosa Cañamero
Socia Directora-Execoach
Coach Ejecutivo PCC