Recientemente he trabajado en un proceso de coaching en el que el objetivo inicial del coachee era “dejar la empresa”.  Comentaba que se sentía frustrado porque aquella responsabilidad y competencias que al principio le resultaban apasionantes, en la actualidad eran cargantes y desmotivadoras. Después de profundizar en sus emociones para que se escuchase, la sensación (así mencionada) que más veces nombró fue “desgaste”.

Es bastante habitual coincidir con personas a las que les produce ansiedad hablar de su trabajo. Sin olvidar aquellas otras que viven desazonadas durante el fin de semana, pensando en el “temido lunes” y la semana laboral que hay por delante.

Cuando se presentan períodos prolongados de falta de energía, baja productividad, falta de concentración, insatisfacción ante los logros, etc., puede que nos hallemos ante el llamado síndrome de Burnout o síndrome de estar quemado. Este signo aparece cuando la realidad experimentada laboralmente dista mucho del ideal profesional que tenemos en mente. Se manifiesta a través de agotamiento mental, emocional y físico, debido principalmente a una carga excesiva de tareas dilatada en el tiempo, baja autonomía, trabajo monótono o caótico, y/o proyectos muy exigentes y poco flexibles. También por la interrelación con compañeros/colaboradores/responsables que hacen difícil la convivencia en el trabajo. La suma de estos factores tiene como resultado la frustración laboral.

No obstante, hay que hacer notar que un empleado quemado no siempre muestra una actitud apática y pasiva, puede relacionarse asertivamente, con dinamismo y desde una comunicación positiva, aunque interiormente sienta frustración y desgaste por las condiciones que le presenta su puesto en el día a día.

Cuando es difícil cambiar las circunstancias externas en el entorno laboral, una opción que sirve de palanca para minimizar los efectos del síndrome de desgaste profesional, es recurrir a los recursos internos de la propia persona. Estos ayudan a tomar otra perspectiva de “la realidad”. Localizar fortalezas como la valentía, la creatividad, el liderazgo… y llevarlas a la acción para generar cambios, marcarán un antes y un después en el estado emocional del trabajador quemado.

Poner en práctica acciones como las siguientes abrirán puertas a una nueva visión:

  1. Bajar las expectativas. No se trata de renunciar a tus deseos y ambiciones, sino de buscar un punto de equilibrio entre lo que hay y lo que quieres que haya.
  1. Comunicar lo que deseas. Expón tus necesidades sin miedo a quien corresponda. Es posible que alguna de ellas la veas cubierta, sobre todo si se trata de formación, conciliación o expansión. Muchas veces por miedo a recibir un “no” dejamos de pedir cosas fácilmente realizables.
  1. Profundizar en tu autoconocimiento. Se trata de indagar en tu “caja de herramientas” particular, para seleccionar recursos útiles que te lleven a hacer ajustes emocionales y racionales. Si crees que puedes sacarle más jugo a tu potencial y te faltan herramientas, un proceso de coaching te ayudará a descubrir nuevos horizontes para asumir retos con conciencia, responsabilidad y compromiso.
  1. Reducir estrés. Las técnicas de relajación y/o meditación son una muy buena opción. El Mindfulness, por ejemplo, ayuda a tener presencia en el aquí y ahora, por lo que reduce la dispersión y los constantes saltos del pensamiento del pasado al futuro.
  1. Marcar objetivos. Es una cuestión vital. Los objetivos son la razón de la existencia, por eso es fundamental que te acompañen en tu recorrido profesional. La recomendación para evitar desgaste es diseñarlos poco ambiciosos, de esta manera los logros llegarán en menor tiempo.

El síndrome de desgaste profesional le puede llegar a cualquiera, independientemente del grado de responsabilidad desempeñado en la empresa. Por eso es importante poner los medios adecuados para evitarlo o para minimizarlo en el caso de estar expuesto.

Finalmente, y después de un gran trabajo de toma de conciencia, compromiso y acciones específicas, mi coachee eligió continuar en su empresa, no sé si afortunada o desafortunadamente, la cuestión es que decidió hacer ajustes, principalmente, en su actitud ante las circunstancias, así que reseteó la imagen del problema y creó una nueva realidad.

 

¿Te ha interesado este artículo? Síguenos en @Execoach Y apúntate a nuestra Newsletter mensual para recibir artículos prácticos para tu desarrollo profesional.

Carmen Celemín
Coach ejecutivo & Coordinadora de Proyectos
Instagram@carmencelemincoach