En su célebre charla TEDx “The Power of Vulnerability”, Brené Brown, investigadora de la Universidad de Houston experta en temas como la vergüenza, la empatía, el coraje y la conexión humana, nos ofrece una reflexión profunda y transformadora: la vulnerabilidad no es debilidad, sino la fuente esencial de coraje, autenticidad y pertenencia. Aunque su mensaje está dirigido a un público amplio, cobra una dimensión especialmente poderosa cuando lo aplicamos al liderazgo: ¿qué sucede cuando quien dirige se atreve a mostrarse vulnerable?

I. ¿Qué es la vulnerabilidad según Brené Brown?

Brown define la vulnerabilidad como incertidumbre, riesgo y exposición emocional. No es simplemente confesar debilidad, sino permitir que los demás nos vean con todas nuestras imperfecciones. La vulnerabilidad implica abrirse al miedo, al fracaso, a la vergüenza; exponerse a la posibilidad de no saber, equivocarse o que no salgan bien las cosas.

Este estado emocional es incómodo porque vivimos en una cultura que celebra la perfección. La idea de tener que medirlo todo para que parezca válido nos lleva a rechazar lo impredecible, lo incierto.

Pero Brown demuestra que aquello que sentimos como nuestra debilidad es en realidad la puerta hacia lo que nos hace humanos, auténticos y conectados.

II. La vulnerabilidad como vía hacia la conexión y pertenencia

Brown resalta que uno de los mayores anhelos humanos es pertenecer, sentirse vistos y aceptados. Pero esa conexión auténtica es imposible si tratamos de ocultarnos detrás de una fachada perfecta.

  • Las personas auténticas («wholehearted people»): tienen la valentía de ser imperfectas, se muestran tal cual son, tienen compasión por sí mismas y por los demás, y practican ser vistos incluso sin garantía de aceptación.

  • La vergüenza (shame): es ese temor profundo de que si otros realmente supieran quiénes somos, no nos querrían. Muchas veces evitamos la vulnerabilidad por miedo a esa desconexión. Pero al no hablar de ello, la vergüenza crece.

  • Resiliencia frente a la vergüenza: se construye cuando compartimos nuestras historias, abrazamos la imperfección y entendemos que no estamos solos en nuestras luchas.

III. Implicaciones del mensaje para el liderazgo

Ahora bien, trasladando todos estos descubrimientos al ámbito del liderazgo, surgen conclusiones intensamente valiosas:

1. La fortaleza de mostrarse humano

Un líder que admite que no lo sabe todo, que puede equivocarse o que siente inseguridad, demuestra humildad y autenticidad. Esto no lo debilita, sino que lo humaniza y lo hace accesible. Las personas confían más y se sienten respaldadas cuando ven a su líder como alguien auténtico, no como un “superhéroe invulnerable”.

2. Construcción de equipos sólidos basados en la confianza

Cuando un líder permite que otros vean sus dudas y errores, está invitando a su equipo a hacer lo mismo. Se promueve una cultura en la que:

  • Se aceptan los errores como oportunidades de aprendizaje.

  • Se reconoce que nadie tiene todas las respuestas.

  • Se fomenta el esfuerzo antes que el perfeccionismo.

3. Fomento de la innovación y la creatividad

El miedo a fracasar o a exponerse impide que se tomen riesgos, se prueben ideas nuevas o se cuestionen el status quo. Un líder vulnerable anima al equipo a explorar, a equivocarse y a innovar sin miedo.

4. Liderazgo resiliente

Reconocer la vulnerabilidad también significa reconocer nuestra fragilidad humana. Esto permite lidiar mejor con la presión, la crítica o los momentos difíciles. Un líder que vive y modela esta resiliencia –aprendiendo de los tropiezos, sin esconderlos– inspira a que todo el equipo haga lo mismo.

IV. Vivir la vulnerabilidad: tres ejemplos prácticos

A continuación algunos pasos concretos basados en las ideas de Brown que un líder puede poner en práctica:

  1. Admitir públicamente una debilidad o error.
    Esto muestra que el líder es humano y enseña que equivocarse no es catastrófico.

  2. Mostrar emoción y empatía genuina.
    Expresar preocupación, nervios, orgullo o decepción con sinceridad genera un vínculo emocional con el equipo.

  3. Fomentar conversaciones auténticas.
    Crear espacios donde los miembros del equipo puedan compartir sus temores o inseguridades sin juicio facilita la colaboración y la confianza mutua.

V. Beneficios para la organización y el liderazgo

  • Mayor compromiso y motivación.
    La autenticidad genera lealtad: la gente se compromete más cuando siente que su líder los ve como personas completas, no solo como recursos productivos.

  • Ambiente de trabajo más sano y colaborativo.
    Los equipos vulnerables se permiten recibir retroalimentación real, construir sobre errores y buscar apoyo mutuo.

  • Mayor adaptabilidad.
    En entornos de cambio, aceptar la vulnerabilidad permite moverse con flexibilidad, reconociendo errores rápido y rediseñando la estrategia si es necesario.

VI. Reflexión crítica y posibles retos

Adoptar un estilo de liderazgo vulnerable no es fácil. Requiere:

  • Autoconocimiento firme.
    Saber cuáles son tus límites, miedos y fortalezas.

  • Coraje para ser visto.
    Desplegar vulnerabilidad implica exponerse al juicio ajeno. Solo se hace bien desde una base segura y respetuosa.

  • Equilibrio.
    Ser vulnerable no significa compartir todo sin filtro. El líder debe discernir cuándo y cómo mostrar vulnerabilidad de forma constructiva, sin perder autoridad ni credibilidad.

Además, es importante que exista una cultura organizacional que lo permita. Si vulnerabilidad es castigada o vista como flaqueza, el líder puede quedar aislado o no ser creído. Crear un contexto donde la vulnerabilidad se aprenda, valore y utilice como herramienta de crecimiento es clave.

La charla “The Power of Vulnerability” de Brené Brown es un recordatorio poderoso de que la vulnerabilidad es el corazón del coraje, la conexión y el liderazgo auténtico. Para los líderes del siglo XXI, reformular la vulnerabilidad como una fuerza, no una debilidad, posibilita:

  • Equipos más confiados y cohesionados.

  • Organizaciones adaptativas y humanas.

  • Líderes que inspiran, guían y transforman desde su propia humanidad.

Brown nos invita a una práctica valiente: dejar de esconder quiénes somos, abrazar nuestras imperfecciones y permitirnos liderar con el corazón expuesto, conectado y auténtico. Así, no solo crecemos como personas, sino que ayudamos a florecer al entorno que nos rodea.

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Rosa Cañamero
Coach Ejecutivo MCC por ICF & Consultora de Transformación Cultural

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