Las emociones están ahí para ayudarnos a tomar decisiones, a guiarnos en nuestro camino personal y profesional, y por tanto, todas las emociones son útiles y valiosas. Imagina que tapamos un manantial de agua que está brotando de una montaña. ¿Qué pasaría? Pues que al cabo de un tiempo, el agua se canalizaría y saldría por otro lugar, y es posible que brotaran varios manantiales de la misma montaña. Y si tratáramos de tapar todos esos nuevos manantiales, al cabo del tiempo el agua produciría cientos de manantiales por donde el agua brotaría.

El manantial representa nuestras emociones, y cuando se trata de emociones dolorosas, intentamos hacer lo mismo: tapar dichas emociones, pero no funciona. Tarde o temprano, como el agua del manantial, esas emociones explotarán por algún lado, y quizá de forma inadecuada. Cuando reprimimos o no expresamos de forma sana nuestras emociones negativas, acumulamos material tóxico en nuestro interior y tarde o temprano ese material sale a la luz. Tal vez explotemos con un compañero de trabajo, o en una reunión importante, o quizá con algún familiar en nuestra vida personal.
Para gestionar las emociones negativas como el miedo, la rabia, la tristeza o la frustración, lo primero que debemos aprender es a no reprimirlas o huir de ellas. El único camino es aceptarlas y extraer la información que nos están dando. Las emociones son como mensajeras, siempre nos dan mensajes sobre nosotros y sobre los desafíos que tenemos que afrontar. Si matamos al mensajero (emoción) estamos eliminando la posibilidad de aprender algo importante para nuestro crecimiento emocional. Y situaciones similares se repetirán hasta que no decidamos afrontarlo de verdad.
Por supuesto, no sólo debemos sentir y aceptar nuestras emociones negativas, sino también expresarlas. Pero a veces confundimos expresar las emociones con vomitarlas. Vomitar nuestras emociones es expresarlas en un momento inoportuno, o expresarlas de forma inadecuada (por ejemplo, gritando, insultando o criticando). Así sólo logramos empeorar las cosas, deterioramos nuestras relaciones, y dañamos gravemente nuestra imagen ante los demás, que nos verán como personas agresivas, sin autocontrol, poco confiables, y por tanto no querrán trabajar ni colaborar con nosotros.
La expresión de las emociones debe estar siempre precedida de una pausa para decidir cual es el mejor momento, el mejor lugar y la mejor forma de expresarlas. Además, debemos expresar nuestra emoción con una palabra específica, evitando reproches o críticas. Pero desde luego, debemos expresar lo que sentimos y no callarnos.
Una vez que hemos interiorizado estos dos puntos (aceptar y sentir mis emociones, y expresarlas de forma asertiva y sana) estamos en el camino de convertirnos en personas emocionalmente inteligentes, con el enorme impacto que tiene sobre nuestra vida personal y carrera profesional. A continuación, te indico los 3 pasos claves para gestionar nuestras emociones:
1. Sentir y aceptar la emoción o emociones negativas que estás sintiendo, y describir dicha emoción con una palabra específica (miedo, tristeza, rabia, desánimo). Es como si internamente, nos dijéramos algo así como «Ahora me siento muy enfadado». El hecho de darle un nombre a la emoción nos va ayudar a distanciarnos y no dejarnos arrastrar por la emocionalidad.
2. Utilizar una estrategia para frenar la emocionalidad negativa con el fin de no vomitar la emoción ni caer en conductas agresivas. Para ello puede servir hacer varias respiraciones conscientes, o preguntarse: «¿Es este el momento de expresarlo? ¿Estoy en el mejor estado para expresar mi emoción?»
3. Decidir el momento, lugar y forma de transmitir y comunicar mi emoción o emociones, con el fin de expresarlas de forma asertiva y sana.
Como cualquier habilidad compleja, es necesario practicar y repetir estos tres pasos con constancia y disciplina, con el fin de ir integrándolo como un hábito positivo. Y muy importante, debemos evitar juzgarnos o criticarnos duramente cada vez que no cumplamos los 3 pasos y caigamos en viejas conductas agresivas. Debemos tomarlo como un proceso de entrenamiento emocional que requiere tiempo y paciencia. De esta forma, llegaremos a interiorizar una de las competencias fundamentales de la inteligencia emocional, la autorregulación de emociones, clave para el éxito para un líder en su carrera profesional.
Si estás interesado en mejorar las habilidades emocionales de los empleados de tu empresa, llámanos al 912 975 465 o envíanos un email a execoach@execoach.es. Estaremos encantados de atenderte y de ofrecerte la mejor solución a tu necesidad.

 

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Javier Carril
Socio Director