Es difícil estar motivado ante la idea de que vivimos en un mundo que se desmorona. La prensa y los telediarios nos ofrecen diariamente noticias de niños que mueren de hambre, guerras alimentadas por el odio entre las personas, desahucios, paro, amenazas de atentados terroristas, políticos corruptos…

Y ante esta realidad, que existe y que está ahí, nos sentimos abatidos, frustrados, desmotivados.  Son muchas las razones que tenemos para justificar sentirnos así: el miedo a que todo esto nos alcance y nos haga sufrir,  el ponernos en el lugar del que ya está sufriendo y también, a un nivel más inconsciente, sentir que no podemos hacer nada para cambiar esa situación tan grande.

Y realmente es así, en la mayoría de las ocasiones no podemos, directamente, contribuir a que se solucione; en nuestra mano solo está hacer una cosa y es decidir conscientemente cuál queremos que sea nuestra actitud: ¿Quiero dejarme abatir y que esta desmotivación me paralice y condicione mis decisiones y mis acciones? o ¿Quiero salir de ahí, de ese estado emocional, sacudirme y elegir libremente enfocarme en donde yo sí puedo actuar, en donde yo sí tengo poder de influencia?

La historia personal de Viktor Frankl es un claro ejemplo de esta libertad de elección. A este psiquiatra judío, como a otros muchos judíos, le tocó vivir el holocausto nazi y estar prisionero en varios campos de concentración. Este hombre vio como mataban a sus padres y a su mujer y como día tras día le maltrataban a él.   Sin embargo allí mismo, en su reducida celda, decidió que ningún carcelero por muy atroz que fuera su comportamiento, conseguiría arrebatarle lo único que él tenía: su libertad para elegir cómo quería sentirse.

Cuando después de escribir el libro que le hizo famoso: » El hombre en busca del sentido»,  le entrevistan y le preguntan por cuál es la diferencia entre las personas que son capaces de levantarse y superar los problemas en la vida y las personas que no. Él siempre contestaba: “El factor fundamental es la decisión, la libertad de elegir». «Decir quiero sentirme de una determinada manera, quiero convertirme en esto o aquello a pesar de las condiciones externas, que parecen en muchas ocasiones indicar que no es posible».

Y esto corrobora que uno de los conceptos más fundamentales en el tema de la motivación del ser humano sea que : “La motivación parte de uno mismo”.  No podemos darle el poder de motivarnos o de quitarnos nuestra motivación a lo que viene de fuera. Nada ni nadie podrá desmotivarnos si nosotros no se lo permitimos, si no le damos el control de nuestra vida, el poder sobre nosotros. Y esto es una fantástica noticia, porque nos lleva a otro importante mensaje: “El poder está dentro de nosotros”.

Si todos nacemos motivados, entonces ¿por qué nos vamos desmotivando?  Yo estoy convencida de que es por esas pequeñas decisiones, muchas de ellas inconscientes, que vamos tomamos en el día a día y que nos llevan a poner el foco en aquello que se nos escapa de nuestro control, queremos que se acabe el hambre en el mundo, que no haya crisis, que mi jefe o mi pareja se comporte de una determinada manera…., y como no lo conseguimos entramos en un estado emocional de desánimo y frustración.

Si en lugar de eso, decidimos focalizar toda nuestra energía en aquellas acciones que sí están dentro de nuestro control, en como yo me comporto con los demás, en cómo gestionar mejor mi tiempo, en cómo transmitir de manera asertiva cómo me siento,… más resultados conseguiremos y esto nos hará sentiremos más fortalecidos, más optimistas y más poderosos.

Si estás interesado en conocer estas técnicas, ponte en contacto con nosotros para más información.

¿Te ha interesado este artículo? Síguenos en

Y apúntate a nuestra Newsletter mensual para recibir artículos prácticos para tu desarrollo profesional.


Rosa Cañamero

Socia directora Execoach